martes, 24 de abril de 2012

Tarro de tarta de queso

O "deconstrucción de tarta de queso con fresas para hacer más fácil su transporte a casas ajenas". ¡He vuelto! Y para celebrarlo no podía subir una receta corrientucha. Llevaba tiempo queriendo hacer un postre como éste pero por un lado no me atrevía; y por otro, no tenía muy claro qué idear para poder meterlo en un tarro y que quedara vistoso. Así que he creado la tarta de queso más sencilla de la historia, y además la mezcla está buenísima (aunque fue un tanto complicada de comer ya que no tengo cucharillas con mango largo y los tarros que cogí son un pelín altos, pero para ser el primer intento... ni tan mal ¿no?).

"Strawberry cheesecake in a jar" (en inglés suena hasta bonito)

Esto es lo que necesitamos:


250 gr de fresas
Bizcocho (podéis hornearlo o comprar uno que os guste, yo dejo la receta más abajo)
250 gr de azúcar glacé
250 gr de queso cremoso (tipo Philadelphia)


Para el bizcocho (si queremos hacerlo nosotros)

1 y 1/2 tacitas de harina de trigo
1 y 1/2 cucharaditas de levadura química
1 pizca de sal
1 tacita de mantequilla a temperatura ambiente
1 tacita de azúcar
2 huevos
1/2 cucharada de vainilla
1/2 taza de leche

Empezaremos horneando el bizcocho, ya que tiene que estar frío para que no se rompa al cortarlo e introducirlo en el tarro. Otra opción es utilizar "migas" de bizcocho para hacer las capas, así nos evitamos la complicación de cortarlo a medida del tarro y meterlo dentro sin que se rompa. Yo, como soy así de cabezona y era la primera vez, me esmeré en dejarlo bien cortadito (si yo pude hacerlo, con lo 0% mañosa que soy, puede cualquiera). En un bol grande mezclamos el azúcar con la mantequilla con la ayuda de un batidor de varillas. Añadimos la leche, la vainilla, los huevos y la sal y seguimos removiendo. En un cuenco aparte mezclamos previamente la harina con la levadura química, la incorporamos a la mezcla del bizcocho y batimos hasta que la textura sea uniforme y sin grumos. Precalentamos el horno a 200ºC y engrasamos con mantequilla un molde no muy alto (este bizcocho no sube mucho y así no tendremos que cortar luego el bizcocho para que las capas no sean demasiado gruesas). Vertemos la mezcla del bizcocho en el molde y lo horneamos a 180ºC durante unos 20 minutos (hasta que al introducir un palillo en el bizcocho, éste se extraiga sin restos).

Vamos ahora con la crema de queso. En un bol mediano y con ayuda de un batidor de varillas eléctrico (o a mano si tenemos la maña, paciencia y fuerza suficiente) mezclamos el queso cremoso con el azúcar glacé. La cantidad de azúcar es orientativa y dependerá de la consistencia que le queramos dar a la crema de queso. Para esta receta es preferible que la mezcla resulte cremosa, pero si la queremos más espesa sólo hay que incrementar la cantidad de azúcar. Reservamos la crema de queso en el frigorífico y vamos lavando y cortando las fresas en trocitos pequeños (así cabrá más cantidad de fruta en cada capa).

Detalle de los trocitos de fresa

Ya tenemos todo listo y sólo queda ir metiendo poco a poco los ingredientes en los tarros. Comenzamos con una capa de bizcocho, cubrimos con la crema de queso con ayuda de una manga pastelera y por último una capa de fresas. Si utilizáis tarros altos como hice yo, repetimos el proceso. A mí aún me quedaba un poquito de espacio al repetir las capas, así que finalicé cubriendo la última capa de fresas con más crema de queso. Tapamos los tarros y los metemos en la nevera hasta que vayamos a consumirlos. Una manera fácil y divertida de sorprender a los comensales. ¡Qué aproveche!

Detalle de las capas de la tarta de queso


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